"Justo Poe", seudónimo del poeta Frank Ruffino

"Justo Poe", seudónimo del poeta Frank Ruffino
"Justo Poe", seudónimo del poeta español-costarricense Frank Ruffino. Imagen: mayo 2011. También se le conoce como "Poeta Santos Paniagua".

viernes, 20 de abril de 2012

"Con el Diablo no se hacen tratos" (Cuento autobiográfico)




He estado en el Infierno y no es tan malo, lo malo es quedarse a vivir en él. Frank Ruffino

Frank Ruffino

I

El descenso al lugar que los hombres comunes y medrosos llaman Infierno. Una incursión mía que se convirtió en un paseo en toda regla donde conseguí cosas y las fui perdiendo por mis malas decisiones.
Ahí, entre la verdad por los cuatros costados, aprecié con más detenimiento y con gran asombro la esplendorosa luz de las estrellas, hice amistad cierta con genuinos seres que sin pedir nada a cambio compartieron sus tesoros: el elixir de la eterna juventud y el remedio contra todos los males físicos que aquejan a los hombres.
Ya con estos presentes invaluables que jamás creí estuvieran en posesión de este labriego y sencillo mortal, agradecí a Él tal desprendimiento, y a punto estaba de emprender mi feliz regreso a la Tierra, cuando este entrañable Luzbel me abrazó por lo hombros cual padre o hermano mayor que brinda un consejo:

-Oh, sublime Poeta, único en su país tropical: como pago a tu valentía y claridad de espíritu te tengo este otro presente… –dijo parsimoniosamente con su bella y cautivadora voz de tenor.

Así entramos a un largo pasillo que recorrimos hasta el fondo donde abrió fugazmente la puerta de su alcoba principal. Allí apenas si pude ver a la Mujer en una cama real cuyas sábanas desarregladas semejaban más a esas deliciosas nubes en un soleado día tropical en las cuales nos apetece zambullirnos y retozar eternamente haciéndole el amor a una bella dama amada. Sí, en medio de esa blandura yacía la Madre de la Humanidad, con la que este gran alienígena que nombramos comúnmente como Diablo había concebido a los hombres en tiempos inmemoriales. Al cerrar la puerta de su habitación quedé alelado de la excitación, y como petrificado, pensando así: “únicamente el espesor de seis centímetros de esta endemoniada puerta me separaban de esa visión maravillosa que todo macho ansía en su vida”.

A una suave palmada por la espalda, Él me hizo volver en sí llevándome a su jardín de angustiadas flores y plantas que según relató habían sido alguna vez emperadores y altos dignatarios de antiguos imperios, destacando en su centro una rara flor negra carnívora que dijo ser el espíritu de mi admirado Rasputín. Tomamos asiento, y queriendo me sintiera cómodo entre esos vegetales a todas luces diabólicos que se retorcían en un continuo aullido doloroso, pero amenazante, señaló:

-No sufras, esclarecido amigo mío, no sufras más ni tortures tu mente como estas negras criaturas de sempiterno lamento y de nauseabundo aroma: ella puede ser tuya, sin embargo, sabes como humano todo tiene un costo: nada hay exento de valor allá ni menos en mi reino, -aclaró el extraordinario ángel con la pose del ejecutivo financiero más ducho que haya conocido, tal su naturaleza fascinante de genio en todas las ciencias conocidas y por conocer.


Y era que solo había una condición para acostarme una noche con esa belleza única que a lo sumo cuenta con estáticos 13 años, fuente de la naturaleza femenina más preciosa y excitante: renunciar al elixir de la eterna juventud y a la panacea reina, presentes que ya llevaba conmigo en mi retorno al mundo. De esta manera estuve estudiando la oferta de Satanás por varios días, noches en que mi deseo codicioso por poseer a la mujer de mujeres me sumió en el más espantoso insomnio y desazón de varón: la visión de aquellas perfectas curvas, piel ante la cual la porcelana parecía tosca, senos y nalgas firmes cuya lozanía era de abierta flor al alba salpicada de rocío, esa uniforme arquitectura que mareaba por momentos, atributos todos con la atracción de cien estrellas juntas…
Al fin esta naturaleza de macho enamorado pudo más que el poder de ser eterno y sano por siempre, así tuvimos amor carnal de éxtasis durante doce horas continuas. Mi extraordinaria amante me concedió también unos polvos mágicos para cuando regresara a la Tierra pudiera atesorar instantáneamente a cualquier beldad en que se detuvieran mis ojos. Tras recibir el placer absoluto durante muchas horas por fin llegó el deplorable y doloroso instante de la partida. Sobre una gran silla de cojín tapizado en seda y  en donde solo podía estar cómodo el Diablo, corpulento y alto, ella tenía dispuestas nuevas ropas, vistiéndome y engalanándome con gran delicadeza y devoción; ante su espejo relucía como un príncipe bellamente infernal. Vanidad que acrecentó la ansiedad por arribar a mi planeta a conquistar a unos cuantos cientos de bellezas, pues dado que había negociado y perdido el elixir de la eterna juventud, apenas si con mi vida restante alcanzaría para llevar a feliz término esta proeza. Con el largo beso del amor y de las promesas nos desencontramos.
Salí de la alcoba magnífica y codiciada desde siempre por los hombres más osados y ambiciosos en los placeres carnales, y al dar unos cuantos pasos sin saber a dónde dirigirme en tan inmensa, rica, enrevesada y fascinante mansión de muchos niveles, de un pronto a otro sin siquiera haber sentido sus pasos, Él caminaba junto a mí como el día anterior, al punto que creí nunca había sucedido esa increíble noche de amor y solo habíamos estado deambulando por tan extraño y delirante castillo de múltiples e infinitos tesoros, de los que mi anfitrión provee allá en el planeta para que sea mundo humano. Al hacer amago, según yo, de la definitiva despedida, mi apolíneo guía echó abajo mis intenciones dando el tiro de gracia con su consumada retórica imposible de resistencia alguna:

-Precioso poeta de poetas de esa Tierra azul en que reinarás y serás respetado por tu arte, solo falta hacerte un último regalo, con el cual sé, te sentirás muy a gusto por el resto de tu larga y excitante vida… -manifestó muy convincente pero dejando que la curiosidad me quemara por dentro…

II

Emocionado, echando por tierra el regreso a mi hogar y amada Náralit a fin de presentármele cuanto antes a algunas damas que se me han resistido siempre, proseguimos nuestro periplo. En un punto nos detuvimos y mi devoto amigo empujó otra gran puerta que mi olfato campesino advirtió de caro cocobolo y cuyos bordes estaban cubiertos de láminas de grueso oro cegador, tal sus preciosos quilates. Era su cava o cueva de los vinos, mas ésta guardaba marcada diferencia con las que hubiese visto en España, cuando de joven fui de viaje al país de mis progenitores, y ahí, en Tomelloso, padre me mostró, para mi perdición, los grandes recintos del delicado vino ibérico…

La bodega vinícola del Diablo es un recinto obviamente fresco y desconcertantemente pequeño cuyas paredes son de oscuridad y su suelo de adoquines negros. Estas enigmáticas paredes, aunque claustrofóbicas, parecían inexistentes por lo que asumí eran sin término, lo mismo que el techo que estaba en el más allá, en el mismo infinito del delirio. Él iluminaba la enigmática habitación perfectamente con sus ojos chispeantes de rey y Señor de la Oscuridad, y tornaron en dos bellos luceros que hacían posible ver hasta los detalles más pequeños de ese lagar. Oh, las extraordinarias y diáfanas seis ánforas blancas de donde se diluye el vino que los hombres saben excelso al paladar! Las ricas vasijas tenían el tamaño de un hombre de estatura promedio, solo que al asomarme por el estrecho boquete de una de ellas, descubrí, estupefacto, la ausencia de un fondo apreciable. Así estas mágicas piezas inagotables: yacía postrado ante las genuinas y mismísimas fuentes de Baco! Y por un largo rato estuve ahí cual niño o Narciso que ve por primera vez su sorprendido y bello rostro reflejado en un manso lago.
A un sonoro chasquido de sus dedos, mi connotado amigo hizo aparecer una cautivadora y atrayente copa que refulgía como el diamante más diáfano y brillante, y puso las cartas sobre la mesa haciéndome otra de sus escalonadas e irresistibles ofertas:

-Bebe de ella, pero debes también renunciar a los polvos mágicos enamorantes que Mujer te ha dado, -me aclaró amablemente.

Percatándome de que este periplo estelar sería un ir dejando cosas y tomando otras, al colmo de haber renunciado al elixir de la eterna juventud y panacea contra todos los males por el placer de estar con la Mujer -cavilé-, pues no debía siquiera pensarlo dos veces: deseaba el vino supremo, lo deseaba en el pequeño y vibrante pozo de mi ansiosa boca y sentirlo deslizarse como apacible quebrada por esta reseca garganta que bien merecido lo tiene; llevarlo lentamente a la sangre y alegrar esta pobre y árida alma de hombre!
El primer sorbo encendió mis mejillas y estos ojos se aclararon como dos luceros. Bebí lentamente la primera copa y mi cuerpo y mente relajadas fueron unidad con el Universo, felices en grado sumo; la euforia y locuacidad copa tras copa irrefrenable y ya sin siquiera paladear su majestuoso contenido, dio paso a mi alter ego, el ser temido en mi Náralit del que todos huyen cuando me ven venir hacia el centro donde se concentran las mejores tabernas. Y como era de esperar se produjo la debacle: Él y su séquito de seres exuberantes, espantados, hicieron lo acostumbrado cuando pierdo toda compostura de caballero en los bebederos de la Tierra: echarme a patadas del Infierno a fin de librarse de tan súbito y ridículo monstruo.
Al rato, sin saber cómo, yacía en el bar Tilawa, beodo sobre la barra relatando a los catoliquísimos coterráneos ahí presentes mi viaje al extraordinario inframundo. Mas al poco rato todos estos energúmenos dibujaban crucifijos en el aire y proferían contra mí palabras de su escasa dicción asimilada por puro miedo en la iglesia, precisamente frente a esa taberna: “Fuera de nuestro Náralit, mentiroso poeta, ateo maldito, hijo de Satanás, hereje, blasfemo, “Pizuicas” aborto del Infierno…”, gritaban a coro, todos muy uniformes en su son, como si ya hubieran practicado el numerito para tales contingencias espirituales.
Pero ante mi sereno ser que nada malo había hecho, excepto darle rienda suelta a esta sempiterna curiosidad de vate pueblerino deseando siempre ver algo de mundo y de otros mundos, y percatándose ellos de mi seguridad y fortaleza, pusieron pies en polvorosa creyéndome así el mismísimo Lucifer. Solo el fornido cantinero quedó apachurrado cual febril gallina en un rincón del bar, con sus brazos temblorosos y en guardia como vapuleado boxeador que sabe que recibirá el nocaut de un momento a otro. Mientras esto sucedía hacía lo propio lanzándome por la barra del bar a fin de hacerme de otra botella de buen vino, riéndome a más no poder al constatar que el mundo, más que de valientes, es el reino de los cobardes, tullidos espirituales que no ven más allá de sus propias narices.

Epílogo

Desde los veinte años renuncié a ventajosas cosas por el poder del Vino Supremo, único obsequio que pude retener en mi viaje por el Infierno estelar. Nunca tuve la voluntad de decidirme por mi propio bien pues el placer momentáneo pudo más que el deseo de construir una vida buena y confortable. Mi desmesurada afición etílica impidió que me quedara con mi amada y bella novia Octavia; y a punto de obtener el título de reportero con honores preferí irme de parranda y hasta la fecha, un cuarto de siglo después, el ciertamente prescindible título en ese maldito oficio mentiroso del periodismo se me resiste; desprecié un puesto de jefe en el extinto El Heraldo, pues subir de escalón laboralmente exigía más horas de esfuerzo, mismas que dedicaba a beber en las tabernas populares de San José de Costa Rica; a causa de mi existencia licenciosa hice quebrar el negocio de ultramarinos de mi severo y frío padre, y tantas cosas que voy perdiendo por seguir a pie juntillas los mandamientos de Baco. Amén de los altercados, pendencias, enfermedades y accidentes sufridos en más de dos décadas que hoy, por tanto dolor, parecen mil años de constantes suplicios.
Lucifer, que no es más que el mal enquistado en lo humano, no engaña a nadie: solo nos pone los placeres servidos en bandeja de plata, los da y luego no los arrebata apelando a nuestras malas decisiones.
El karma funciona estupendamente bien: tengo lo que coseché: no viviré eternamente, padeceré pronto de terribles males que harán angustiosos mis días por haberle dado gusto a este cuerpo mío, más parecido a un niño malcriado que sigue exigiendo caramelos a sus desarmados padres alcahuetas; toda mujer junto a mí también padecerá de celos bien fundados por esta afición incondicional y sin medida por los buenos caldos, y al fin huirán espantadas de este poeta maldito sin un ápice de romanticismo, amor y ternura, lo que todas esperan de un hombre medianamente sensible. Y cada vez que el cantinero o camarero me sirva una copa o vaso de vino, la alquimia infernal de Baco trasmutará en mi sangre su contenido en Vino Supremo y, pobre, perdido de mí, seguiré en la alta madrugada deambulando y dibujando zigzags por las calles de Náralit, murmurando incoherencias o haciendo mis conocidas poses de samurái hasta el mismísimo día de mi muerte.

*****
© "Con el Diablo no se hacen tratos". "Náralit", junio de 2011.


Este cuento tuvo la feliz suerte de ser seleccionado hace unos meses entre 800 cuentos en la antología suramericana Pastelaria Estudios, antologadora María Tereza Queiroz. Así ya está en libro, junto a sesenta cuentistas de América y España. En blog esta es su reedición número 3.


Frank Ruffino.

viernes, 2 de marzo de 2012

© El non grato y los bienaventurados

"El aquelarre", Goya, 1798.



Relatas historias funestas

en el jardín de los felices

y no te quieren así de equivocado.

Desafinas entre tanta cara agradecida.

Vete allá donde te criaron

y es común la tristeza

porque fuego de castigo no hay

más que la tristeza de los seres

en el polo de abajo que es la mierda

(ahí todavía guardan

tu cama y tu vestido:

como habías dejado todo

lo encontrarás).

Ese respeto en semejante pocilga

dice mucho de tu reputación,

pero aquí no vengas a quitar

la poca paz ganada

en esta geografía toda de lágrimas

donde las ovejas pacen

bajo amenaza de ir en expreso

hasta el despeñadero

de donde saldrán destazadas

y en pinchos de hierro

para el GRAN ASADO

DE LOS ESTAFADOS.

Y eso es triste,

profundamente triste,

como descubrir

en la ventanilla

del cambio

de los premios

que el billete

del gordo es falso.

Ángel caído

vete de este turbulento

Paraíso que hemos ganado

aquí unos pocos

solo por sacarle

humor al infortunio,

solo por eso,

ni siquiera por creer en Dios

ni tener fe con buenas obras:

solo por ponerle

al mal tiempo buena cara

en semejante orfandad

que es el mundo.

****

(Texto inédito © "Paraísos del viento", 2005)

sábado, 10 de septiembre de 2011

Todo es karma








Miserable resaca,

furiosa

sangre vertiginosa,

ahora un ácido

detenido

en esta infinita red de caminos

desfigurados.


Pensamientos maleducados

no tocáis la puerta,

dolores viejos irrumpís

sin ningún tipo de censura.

Aquellas maldiciones

contra padre rebotan

y mi frente no las detiene.


Plaga de mariposas negras

invadiendo mi rostro,

castigados ojos míos

recibiendo lacitos negros

de velorio,

desbordando todo

en esta triste y ventosa comarca,

esquina rabiosa del mapa

donde ningún dedo

indica nunca.


Venganza de ellas

por cazarlas a colores

en la remota infancia:

niño y colador perenne

(heraldo de la muerte,

ahora lo sé),

colinas verdes de Náralit,

rubito gladiador

incursionando sus paraísos.

Eso tienes, todo es karma;

hasta los insultos a Viriato,

el alcohólico,

atacan al cuerpo:

“Viriato alcohol,

Viriato alcohol,

Viriato alcohol”,

ser extraño y solo,

renegrido cuero

de lenguas barbas blancas;

y de unos insondables

bolsillos incomprensibles

desenfundaba su diabólica resortera

sin nunca atinarme una,

mas ahora,

ya muerto hace mucho

y casi olvidado,

pone el tiro en mi alma,

su blanco predilecto

desde el más allá.

Viriato acumula guijarros

hasta parecer una parte

de aquí dentro pedregal baldío;

así escoro, vean,

voy escorando,

aplaudirán algunos

cuando esta barca

arrastre su mástil

y desaparezca.


A cada suerte de suicidio

hace su debut

“Viriato alcohol”

hoy desafiante

sobre esta pila de piedrecillas

con su cuello rodeado de culebras

emboscadas en las riberas

del viejo lago Arenal,

fabricando complejas

marionetas de madera

para pagar su alcohol.

Es ser poderoso,

el único dios en el que puedo creer,

su turno viene

(todo es karma)

largo, escarnecedor,

y despotrica

por boca de pequeños:

“Paquito jumas",

"Viriato alcohol",

“Paquito jumas”,

“Viriato alcohol",

Viriato y Paquito

fundidos en un solo ser,

mi cuello atiborrado

de ofidios,

sangre socorriendo

a duras penas

al vapuleado cerebro,

ya casi terminan conmigo

los remordimientos,

imploro su nombre,

solo tú podrás salvarme,

tus inmensos ojos

asirme del abismo.


***


©Frank Ruffino, Náralit, 20 de mayo de 2010.

Foto ilustrando esta entrada: Frank Ruffino en 2002.

martes, 19 de julio de 2011

© Fugaz retrato de salida a vacaciones



Arrasadoras las mariposas,

ingrávidas en el sopor de la tarde,

variaciones de Campanita

de distintos pesos y estaturas,

mas una que hace

del Cisne negro

gana a todas la partida,

tres enfermeras delgaditas

con su moribundo quejoso:

sangre amotinada,

fluidos purulentos;

robots galácticos

aromatizados con aceite

de automóvil para parecérseles más

y dejar estupefactos

a los niños del pueblo;

al pasar por mi acera

el general de algún ejército

me hace con gran reverencia

el saludo militar

y creo el numerito,

yo: Comandante en Jefe

de los Ejércitos Celestes!

Y se disipa esta ilusión:

siguen enmascarados negros,

enmascarados de colores,

un competidor de motocross

embutido en engorrosas botas

apenas si da paso

por mitad de la calle,

tres brujitas rezagadas

corriendo y deseando alcanzar

la música de la murga

y el gentío que se pierde

tras este panteón de monstruos,

bellezas y bichos sin nombre.

(...Y ninguno de poeta

para evitarse la censura).

***

©"Fugaz retrato de salida a vacaciones", 1 Julio, 2011. Del texto inédito "Náralit" (Poemas y Antipoemas).

martes, 14 de junio de 2011

Bailo un tango













a Diana Profilio

Bailo un tango
en un salón umbrío
y vacío, donde un violinista
energúmeno es asediado
por hiedras y grotescos cuervos.

Bailo un tango
en una triste mansión
que ni los duendes visitan
ni bicho alguno sorbe
mis penas verdes.

Bailo un tango
con las cuerdas del violín
crispadas de espanto
en una casa que ya nadie recuerda
con mármoles negros
y mayordomo autista.

Bailo un tango
y miro por el ventanal
el jardín azul con flores
chorreando angustia
ante un jardinero
petrificado en hongo.

Les repito que bailo un tango
entre estas cuatro
paredes de ausencia,
el techo es tormentoso,
el mosaico tiene
el verde resbaloso
de la muerte, es la muerte,
y yo en él con
mis zapatillas de hierro
intentando no caer a su averno.

Bailo un tango en este
castillo del desasosiego
y de imposible fuga donde
mi ansia amarilla
se hace calavera ante un piano.

***

(De "Canto sin nombre", 2009, una de las obras premiadas en 2009 en el "Certamen Nacional Literario Brunca de la Universidad Nacional de Costa". Originalmente este poema aparece en el libro "Torre de vigilias" y "Fingida lágrima", Sociedad Editora Alquimia 2000, publicado en 2003).

lunes, 13 de junio de 2011

Viaje (anécdota)










Amigos, les cuento esto: Así, ensopadito en alcohol, en una pura llamita, fui ahorita donde mi barbero de infancia y de toda la vida a desyerbar el alma mía, estuvo cortando y cortando largas plantas oscuras, carnívoras y venenosas. Mientras hacía esto me habló de cuando tenía una propiedad por el río Santa Rosa, aquí en Tilarán (mi “Náralit”), un lote que le había vendido el bueno y pujante don Domingo Flaqué Montull, catalán fundador del Tilarán moderno para quien mi padre trabajó por muchos años administrando su hacienda y el servicio eléctrico y de agua para el pueblo. Pues un día, relata él, estando en esa propiedad adquirida, cerca de la quebrada, escuchó limpiamente el sonido de una ocarina, diáfana, celestial! Regresó a su casa y le contó esa visión sónica a Élida, que así se llamaba su esposa, ella le recomendó cavar exactamente donde había apreciado la melodía ancestral. Eso hizo y a medio metro de profundidad encontró una tinaja, dentro de ésta otra, al abrirla estaba el bello instrumento musical como acabadito de hacer con su esmalte original y todo. Don Fernando Zúñiga, el peluquero que ya hace 85 años, asegura que cerca de las huacas o estos sitios arqueológicos moran los espíritus de los indios. Mientras don Fernando atendía a alguien afuera, pues vende yerbas medicinales, abusé de su confianza: puse la ocarina en mis labios y con fe la soplé quedamente y comencé a escuchar el ancestral sonido, mi cuerpo se estremeció y la silla de barbero empezó a moverse por sí sola hasta girar 360 grados, dejé te soplar y quedé otra vez en la posición anterior, exactamente cuando el viejo peluquero y agricultor entraba a terminar el corte. Amiga mía: el espíritu del indio estuvo conmigo. Han dicho siempre que viajar es un placer, abordar un avión y volar a nuevos rumbos, conocer sitios y gentes especiales. Te digo: esta tarde he viajado en la música de la ocarina.

Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,

Frank Ruffino.

Náralit, 13 de junio de 2011.

Así quedó mi corte de pelo.

lunes, 6 de junio de 2011

Los hijos espirituales de Hitler






Desde hace un año dije en mi antipoema que estos hijos espirituales de Adolfo Hitler, mentirosos como ellos solos, contienen sus ansias y buscan atacar por cualquier medio. No voy contra el noble pueblo alemán, sino contra sus administradores: este asunto de los pepinos inicia una conspiración a gran escala para anular a mi país español: es hora que los políticos de turno en Madrid amenacen con salirse de la CEE si no se producen sanciones ipso facto contra esos orangutanes albinos. "Por la víspera se saca el día", si esto fue con pepinos, esperen y verán. Es el momento de contraatacar con la mayor fuerza posible! Hay que hacerlos sentir en carne propia todo el mal que han causado (y causarán) a la humanidad desde siempre! A continuación presento este antipoema, destacando antes la parte concreta.

Frank Ruffino.

"...prefiero caminar por una avenida de Náralit
que ante la puerta de Brandenburgo
donde los gorilas albinos contienen sus ansias...".

© OTRAS ELECCIONES PERTINENTES

PREFIERO ser ángel de alas sucias
a pedófilo púrpura del Vaticano,
ser Rasputín al Papa Nazi Ratzinger,
prefiero una puta en mi cama
a una beata endiablada,
el Kamasutra a la Torah,
prefiero vino tinto que requinto,
frijoles a langostas
inmerecidas y café
a champán inmerecido,
prefiero echarme con viejas sabias
a muchachas sin saber
dónde queda Madagascar,
prefiero noticias donde
roban bancos exitosamente
a las de políticos mega
ladrones de la Patria,
prefiero darle

la mano a Roberto,
el copero del pueblo,
que a Bill Gates dueño del mundo,
caminar por una avenida de Náralit
que ante la puerta de Brandenburgo
donde los gorilas albinos
contienen sus ansias,
prefiero ver la auténtica y sin Óscar
película de mis mañanas
a esas mentirosas

miserias de Hollywood,
prefiero ser amigo

del camarada Hugo Chaves
que del negrito

con alma blanca en Casablanca,
prefiero terrícolas cansinos
a extraterrestres intocables,
confesarme con la mierda
que en mi Catedral de provincia,
prefiero ser yo que Brad Pitt
y tus manos a las de Angelina Jolie,
aniquilar mis horas chupando alcohol
que mamando las ubres de la Patria,
prefiero amigos bohemios empobrecidos
de cantina en cantina
a amigos hienas de etiqueta
en clubes sociales,
practicar un beso negro al hastío
a sufrir sin agua un estío,
pasármela de vago un lunes,
como todos los lunes,
a ser esos zombis

vertiginosos por las calles:
contemplar el mundo
y haber alcanzado el nirvana
de no remordérseme la conciencia
por mi elección de no hacer nada,
prefiero tetitas a falaces tetas,
a Pinocho que a George Bush,
y si se tratara de elegir

al que menos mata
prefiero a Bin Laden

que a la industria farmaceútica
de los Estados Unidos de América,
hubiera preferido

de padre al Marqués de Sade
y otro planeta menos religioso
donde las putas

sean grandes señoras sagradas,
y ser el lindo gatito de Marylin Monroe
al antipoetita peleón

de una República Banana,
me excita más la Canción del Coco
que Veinte poemas de amor
y una Canción desesperada
,
prefiero pequeñas verdades

a una sola grande,
y el infierno al cielo,
ser loser que Dios,
las cuatro patas de mi equino
a un 4X4,
prefiero meterme

en problemas gratuitos
a comprarme problemas prepago,
morirme de pena
a claudicar ante la duda,
prefiero ruta de seda
a una de desprecio,
cuernos calculados
al látigo de la indiferencia,
suicidio asistido
a larga vida de zanahoria,
una Coca Cola en la panza
a un maletín de dólares

en medio del Mojave,
comer mierda en mi pueblo
a degustar caviar en Pelican Bay,
ser puto a casto varón dominado,
y escribir poesía
a contar billetes de banco,
prefiero el concierto de la soledad
al bullicio de Pistolas y Rosas,
una Col. 45
a un cinta negra quinto dan,
prefiero:
orgías a vigilias,
bombones a hampones,
puticas a santicas,
blogs a pegar blocks,
poetas a bombetas,
el bruto al luto,
astucia a angustia,
pompis a repompis,
el maldito desamor
al pendejo amor.

******

© "Otras elecciones pertinentes". Frank Ruffino, Náralit, domingo 11 de abril de 2010.

Autopsia: A cerebro abierto han descubierto que soy un loser, esto por las libélulas que salieron de él al realizar la trepanación. (Este antipoema me costó una botella de vino tinto al pie del ordenador y 20 minutos "perdidos").