Relatas historias funestas
en el jardín de los felices
y no te quieren así de equivocado.
Desafinas entre tanta cara agradecida.
Vete allá donde te criaron
y es común la tristeza
porque fuego de castigo no hay
más que la tristeza de los seres
en el polo de abajo que es la mierda
(ahí todavía guardan
tu cama y tu vestido:
como habías dejado todo
lo encontrarás).
Ese respeto en semejante pocilga
dice mucho de tu reputación,
pero aquí no vengas a quitar
la poca paz ganada
en esta geografía toda de lágrimas
donde las ovejas pacen
bajo amenaza de ir en expreso
hasta el despeñadero
de donde saldrán destazadas
y en pinchos de hierro
para el GRAN ASADO
DE LOS ESTAFADOS.
Y eso es triste,
profundamente triste,
como descubrir
en la ventanilla
del cambio
de los premios
que el billete
del gordo es falso.
Ángel caído
vete de este turbulento
Paraíso que hemos ganado
aquí unos pocos
solo por sacarle
humor al infortunio,
solo por eso,
ni siquiera por creer en Dios
ni tener fe con buenas obras:
solo por ponerle
al mal tiempo buena cara
en semejante orfandad
que es el mundo.
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(Texto inédito © "Paraísos del viento", 2005)